martes, 12 de octubre de 2010

Portada de El Cultural

Fuimos portada de El Cultural en Octubre de 2009.

Aquí va el texto firmado por Bea Espejo.


Al margen del circuito

Nuevos proyectos reinventan la difusión del arte más allá de las instituciones


Mediáticamente, viven al margen del habitual circuito de galerías y museos de Madrid, aunque se están convirtiendo en espacios imprescindibles para acercarse al arte local y más joven. Varios debates sobre modelos de difusión y autogestión en Gijón y Valencia, una exposición en un piso madrileño y otra que dura sólo esta noche, nos llevan a revisar estos otros escenarios para el arte.

En unos casos de un modo premeditado y, en otros, de modo más espontáneo, Madrid sigue siendo testigo del desarrollo de ciertos espacios que conocemos bajo el nombre de “alternativos”. Aunque el propio nombre es ya tema de controversia. Terreno resbaladizo. ¿Alternativos a qué? Buscar una respuesta supone resbalar del todo y caer en la cuenta de lo fragmentaria que es la escena artística de la ciudad, con pocas salas de exposición y museos, en comparación con otras grandes ciudades europeas. No contamos con nada parecido al modelo kunstverein alemán, ni estructura similar al parisino Palais de Tokyo, a la factura Tate de Londres o a centros del perfil del PS1 neoyorkino. Apenas hay talleres para artistas, o programas de residencia. Nada que se acerque a una mediateca o a una distribuidora de vídeo. Tampoco a un centro de recursos y producción (sólo en proyecto el de Getafe). Ni siquiera una relación estable entre instituciones privadas con el circuito más independiente. ¿El resultado? Artistas que se marchan de Madrid, escasos espacios para creadores emergentes o una sensación global de repetición, limitación y poco avance.

Ideas efervescentes
Sin embargo, en Madrid pasan cosas y algo se mueve más allá de las galerías, los museos o los centros y fundaciones. De hecho, desde la década de los 90, Madrid es la ciudad española que ha concentrado mayor número de espacios alternativos y la que recoge, en su memoria cultural, un elenco de propuestas que hoy son referentes para cualquier alternativa a la idea habitual de exposición convencional. Desde el Foro Cívico Cultural, nacido en 1980 y decano de este tipo de espacios en la ciudad, a la tienda convertida en Espacio P, pasando por propuestas más fugaces como Poisson Soluble o ZAT. Algunos de los abiertos a principios de los 90 siguen vigentes, como Cruce, y otros se han reinventado con los años como Garaje Pemasa dirigido, entre otros, por Lurdes Fernández, hoy responsable de uno de los espacios no institucionales más rigurosos, Off Limits; o el mítico El Ojo Atómico, un proyecto de Tomás Ruiz-Rivas (hoy afincado en México con su centro de exposición portátil de arte Antimuseo) que, además de acoger las necesidades creativas de los artistas que no asumía el museo, sentó la base de una de las características comunes a muchos de estos proyectos: el interés por potenciar una visión local y generacional. Algo que, junto a la convicción de que el espacio es un simple medio y no un fin en sí mismo, define las directrices del actual número de espacios aparecidos en Madrid a lo largo de esta última década.

Espacio MenosUno es un ejemplo. Afirman los responsables que el contenidos y los formatos de propuestas ha cambiado con los años, pero que estos espacios mantienen los mismos criterios que sus predecesores. En su caso, nacieron como colectivo de artistas y bajo el proyecto de una web en 2001 y, tras varios años haciendo exposiciones colectivas en diversas sedes, crearon un espacio independiente que acoge plataformas de apoyo al arte sonoro tan importantes como In-sonora. Su supervivencia se debe a los cerca de 80 socios y a las escasas ayudas que existen, como la que ofrece Matadero, una de las pocas fuentes posible de ingresos de la administración pública madrileña. O, muy puntualmente, la destinada a proyectos artísticos del Ministerio de Cultura.

Ayudas en cifras
De hecho este año, de los 3.900.000 euros destinados por el Ayuntamiento al arte contemporáneo (entre ellos el propio Matadero, Medialab Prado, Noche en Blanco (840.000 euros, la mitad que el año pasado), Madrid Abierto, PhotoEspaña, entre otros), 505.000 euros es el presupuesto destinado a subvenciones. Unas ayudas que, en los últimos años presentan tres modalidades: las conocidas como Programa General, destinadas a proyectos con carácter innovador y a la promoción internacional de los mismos (con una dotación máxima de 15.000 euros); las llamadas Programa Matadero, que tiene como objeto facilitar a los creadores, colectivos y agentes culturales el desarrollo o la presentación de sus proyectos en los espacios e instituciones actualmente activos en Matadero: Central de Diseño, Café Teatro, Abierto X Obras y Plaza Matadero, además de Intermediae (con una dotación máxima 18.000 euros) y las ayudas destinadas a Agentes independientes, destinadas a la producción y programación de actividades relacionadas con la creación contemporánea de espacios permanentes gestionados por colectivos independientes (con una dotación máxima de 30.000 euros). Mucha ironía tenía el grito de guerra (354 noches sin blanca) que adoptaron hace sólo unos días dentro del proyecto Reflex, con el que, por primera vez, estos espacios han encontrado un hueco en la Noche en Blanco. Por su parte, la Comunidad de Madrid se mantiene al margen. Algo que para Lurdes Fernández, directora del espacio Off Limits, no deja de ser alarmante. “Lo de la Comunidad de Madrid es bochornoso. Entre su presupuesto no destinan nada a los agentes artísticos independientes. Muchos de nosotros nos hemos reunido con ellos en varias ocasiones, pero prefieren programar noches temáticas que atender al tejido cultural que crece desde abajo”, comenta.

Hoy por hoy son pocos los proyectos que desde las instituciones trabajan específicamente con esta escena alternativa para darles visibilidad. Uno de ellos es Mapear Madrid, una investigación técnica encargada por el Centro de Arte 2 de Mayo a un grupo de profesionales, dirigido por Javier Duero, que hará un inventario de las estructuras artísticas madrileñas y que todos podremos consultar desde la web del proyecto (www.mapearmadrid.net). La segunda, la infraestructura del Matadero, con trabajos en colaboración con estos agentes y con una de las pocas ayudas públicas bajo el proyecto Intemediae.

Nuevas relaciones
La opinión parece ser generalizada: hacen falta espacios de mediación, de debate, de difusión. Prioridad absoluta para este grupo de colectivos que trabajan para crear espacios, aunque muchos de ellos ni siquiera tengan eso: espacio, y hacer de su relación con las instituciones un tejido dinámico. Algo que, comenta Javier Duero, está cambiando en los últimos dos o tres años: “Hay muchos factores que han contribuido a esta nueva relación: el cambio en la alcaldía, la llegada de una nueva generación de gestores culturales, el reconocimiento del artista como profesional, la aparición de instituciones jóvenes como Medialab, Matadero, La Casa Encendida y el CA2M, la implantación del código de buenas prácticas, el respeto institucional de AVAM, la creación del IAC... Prevalece la sensación de que se están creando unas reglas del juego, una interrelación mayor. Aunque sigue habiendo un salto abismal entre un museo como el Reina Sofía, una empresa privada como La Fábrica y los espacios alternativos no institucionales. Falta crear esos espacios intermedios y darnos el relevo”.

Parece pues que se vislumbran avances, aunque poco sólidos. Joaquín García, componente de Doméstico, uno de los proyectos veteranos en la ciudad, confiesa haber tenido una relación escasa o nula con las instituciones madrileñas: “No podría decir de ninguna institución o representante oficial que haya visitado o se haya interesado por el proyecto”. Algo que empieza a romperse en espacios como Off Limits con colaboraciones con el Reina Sofía, o también, en los lazos que proyectos como Liquidación total mantiene con el Instituto Goethe o con Matadero.

Kamen Nedev, uno de sus fundadores, tiene claro el objetivo de estos espacios: “Lo que hoy en día puede distinguir un proyecto de arte independiente es el diálogo y el modo de producción que se establece con los artistas, así como facilitar el acceso y proporcionar los medios de producción a las comunidades locales, algo que suele estar muy por debajo del radar de los museos e instituciones culturales oficiales”. Problemas económicos han hecho que en estos momentos estén en fase de replanteamiento. Aunque no pierden el tiempo. El próximo mes de noviembre celebrarán, bajo el nombre de MODIFI, un simposio sobre los modelos y diferencias en la producción de cultura independiente. Cita que seguro recogerá las conclusiones del Encuentro de espacios artísticos autogestionados que desde ayer y hasta mañana se celebra en El Hervidero de Gijón, así como las de otro encuentro, En torno a modelos de producción, gestión y difusión del arte contemporáneo, que tiene lugar también hoy en Otro Espacio de Valencia.

Autogestión para merendar
Frente a la escasez de ayudas públicas, los patrocinios, las cuotas de socios y las coproducciones son opción a la inestable base económica de este tipo de propuestas, que ven en la autogestión y en la ocupación de espacios públicos y privados una alternativa a los gastos que supone el alquiler de un local. Es el caso de proyectos como Hambre, una exposición sin comisario y que hace unos meses ocupaba unos grandes almacenes en vías de transformación, o S/T, una casa vacía de 500 m2 en calle Génova 7, que hasta el 15 de octubre estará repleta de las intervenciones de 17 artistas. Propuestas que no miden su éxito por la temporalidad sino más bien al contrario. Fast Gallery es uno de los últimos en incorporarse al circuito independiente madrileño con la misma idea. Nació en verano de 2008 y han ocupado ya un espacio doméstico, un local abandonado, la terraza de un ático… Lo próximo, dice José Salas, “es un formato totalmente diferente, una pieza seriada con obras de artistas que presentarán el próximo 28 de octubre en la feria Estampa”. La mayor dificultad de trabajar en Madrid, añade, “es la dificultad de encontrar espacios para este tipo de experiencias”. Proyectos, muchas veces discontinuos en el tiempo, que acaban reinventándose en plataformas más virtuales.

Tolo Cañellas y Guillermo Espinosa conocen bien el carácter frágil de este tipo de proyectos:“Seguir este circuito paralelo es muy fluctuante. Es muy difícil para este tipo de espacios, sin financiación, tener una permanencia. Los proyectos surgen y luego desaparecen. Lo hemos visto mil veces: El escaparate de San Pedro, El Ojo Atómico...”. Pese a ello, no dudaron en crear, en abril de 2008, The Black Pillar, un espacio expositivo que se apropia de una columna que reina en medio del madrileño bar Polyester. El resto es completamente autogestionado. “Las obras duran lo que dura la exposición. Después se destruyen y no se comercializan”. Por allí han pasado ya algunos de los nombres tan conocidos como Martín Sastre o Ruth Gómez, aunque el próximo en llegar será el joven brasileño Theo Firmo. Anoten, jueves 8 de octubre.

Reinventarse o morir
Diferente es DentroFuera, otro de los proyectos nacido en este último año. Al frente encontramos a Julio Jara, Tono Areán y Jesús Acevedo y su proyecto surge de la desaparición de la galería Vacío 9, a la que estaban vinculados. ¿Su idea? “Crear, contra todo pronóstico, una galería de arte en el sótano de una residencia para personas sin hogar”. Un lugar atípico, lejos de los circuitos de galerías comerciales que confiesa no tener una relación directa con el mercado del arte, aunque no como premisa. De momento no tienen ni web, pero comunican sus eventos por mail. Hoy sin ir más lejos inauguran el último de sus proyectos, Quiero bailar, que durará lo que dure este viernes.

Recapitulando. Cada vez con más certeza, estos espacios alternativos a las instituciones parecen imprescindibles para generar cambios en la política artística de la ciudad. Garajes, domicilios, escaparates... se reinventan. Algo está cambiando en la idea de la recepción de la práctica artística. La continuidad de proyectos ubicados en plena calle y con un espacio de 1 metro cuadrado, como Frágil que ocupa desde hace años el escaparate de la Tetería de la Abuela en calle Espíritu Santo era algo impensable hacer diez años. Aunque más allá del espacio físico de la exposición, hay muchas asociaciones que trabajan creando proyectos dentro del sector de las industrias culturales colaborando con instituciones a través de convocatorias o de encargos directos. Ahí están proyectos como Liquidación Total, Los 29 enchufes, Experimento Limón, Playlab o ArtGames, proyectos como Acción!MAD, Pensart, Hablar en Arte, La Dinamo o El Invernadero cultural. Y, pese a los tiempos de crisis, la lista no deja de engrosarse. Aunque, como dicen los componentes del proyecto Brumaria, habrá que ver si el arte español crece y no sólo engorda.


OFF LIMITS es un antiguo horno de pan situado en Lavapiés y reconvertido en espacio artístico a partir de otoño de 2005. Su programación es una de las más sólidas de la escena independiente de la ciudad y tiene al mando la experiencia de Lurdes Fernández, antigua co-directora de Garaje Pemasa.

DOMéSTICO es uno de los proyectos llevados con más rigor e independencia de la escena madrileña. Se definen como un campo de pruebas para los artistas, fuera de los compromisos de las galerías y cambian de escenario con cada una de sus ediciones. Ya preparan edición para 2010.

FRáGIL Este escaparate de la calle Espíritu Santo, sitio clave del barrio de Malasaña, es una de las propuestas que más permanencia han tenido en los últimos años. Un espacio mínimo, que ha sido plataforma para el trabajo de muchos de los artistas de la ciudad y que esta temporada cambia de manos.

THE BLACK PILLAR es uno de los lugares más atípicos y nuevos del contexto madrileño. The Black Pillar (Testimonial Art for a Flat Black World) la encontramos en el interior del bar Polyester (Travesía de San Mateo, 10) y ofrece instalaciones de artistas nacionales e internacionales.

FAST GALLERY Como su nombre indica, lo suyo son proyectos fugaces. Empezaron, el pasado verano, con una exposición secreta. Luego, llegó Los niños terribles en un local con un amplio escaparate a la calle. Duró 10 días. Lo próximo no será una exposición y lo veremos en la feria Estampa.

ESPACIO MENOSUNO Son pocos los espacios que en su programación incluyen arte sonoro así que es motivo suficiente para tenerlo muy en cuenta. Además, hace una semana celebró la II Muetra Internacional de Videoarte. Un espacio que cumple cuatro años y localizamos en calle Palma, 28.

LIQUIDACIóN TOTAL no es ni un espacio expositivo al uso, ni una galería comercial. Es un generador de proyectos. Abierto en 2002, clausuró su espacio físico el año pasado, pero el proyecto no echa el cierre definitivo. A pesar de estar en vías de redefinición, es uno de los que más incitan al debate.

LOS 29 ENCHUFES se define actualmente como un proyecto de comisariado discontinuo. Empezó como un espacio físico en 2001 y dicen no atender a metas definidas ni pertenecer a esa etiqueta de “alternativos”. Tras el proyecto, siguen las fundadoras: Manuela Moscoco y Patricia Esquivias.

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